martes, 11 de octubre de 2011

La isla de Tabarca

También llamada Nueva Tabarca o Isla Plana, se encuentra frente a las costas de Alicante. Se puede ir en tabarquera desde Alicante y Santa Pola principalmente, aunque otros pueblos cercanos ofrecen algunas travesías. En nuestro caso, fuimos desde Santa Pola, porque el trayecto es más corto y más barato. Conviene salir temprano, porque la excursión merece el día entero.


Las gaviotas son las reinas de la isla


Fue un nido de piratas berberiscos allá por el siglo XV, que usaban la isla como base de operaciones en sus correrías por la costa alicantina. En el siglo XVIII el rey Carlos III la repobló con familias de origen ligur provenientes de Tabarka, una isla sometida por el bey de Túnez. Fue entonces cuando se construyeron la mayor parte de los edificios de la isla y se concedieron casas y privilegios a sus nuevos colonos. La isla entró en declive en 1850, cuando el gobernador y la guarnición abandonaron la isla, debido a que ya no era  importante estratégicamente para España.

Parte de la muralla que rodea la población



La isla cuenta con una agradable y pequeña playa, en la que hay que coger sitio con tiempo si se va en temporada alta, pues se llena rápidamente. Sus aguas son una Reserva Marina desde 1986, así que los aficionados al buceo están de suerte.


Playa de la isla de Tabarca


A la hora del almuerzo, es obligatorio sentarse a degustar un plato propio de la isla: el caldero de gallina, un pescado de roca que se sirve bañado en una sabrosa salsa, con patatas y un perol de arroz. Nosotros escogimos el Restaurante Mar Azul y he de decir que estaba exquisito. No te vayas de Tabarca sin probarlo.



La gallina, un pescado de roca fino y suave al paladar

El perol de arroz que completa el delicioso plato


Después se puede bajar el caldero caminando por las callejuelas del pueblo de Tabarca, con su aire pesquero y pirata, que recuerda al pasado de la isla, comprar un recuerdo en alguna de las tiendas de la calle principal, recorrer las murallas, acercarse hasta la imponente iglesia o dejarse mecer por la brisa y el sol en alguna tumbona de la playa, hasta que las tabarqueras regresen a recogernos al caer la tarde.

De todas las excursiones que hicimos en los alrededores de Alicante, esta es, sin duda, mi favorita y os la recomiendo a todos. Yo el año que viene pienso repetir.


Barquita abandonada en el puerto de Tabarca

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