Comillas, en Cantabria, localidad modernista donde las haya.
Su pequeño cementerio, sobre un promontorio que enfrenta el mar -dotándolo así de mayor solemnidad y melancolía si cabe-, es visita obligada. Fue diseñado por el arquitecto modernista Lluís Doménech i Montaner en 1893, tras el abandono de un antiguo templo que allí se encontraba y que había sido fruto de discordia entre el administrador del duque del Infantado y los vecinos de Comillas, razón por la cual el regidor mandó construir otra iglesia lejos de allí y mantuvo el lugar únicamente como camposanto. Desde 1983 su fachada es Bien de Interés Cultural de Cantabria.
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Puerta de entrada al cementerio de Comillas |
También los mausoleos del interior del cementerio fueron diseñados por Doménech, si bien los esculpió el gran escultor barcelónes Josep Llimona. Llama la atención el perteneciente a la familia Piélagos.
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Mausoleo de la familia Piélagos |
Pero para ver lo mejor del camposanto hay que elevar la vista. Allá en lo alto, sobre las ruinas de la antigua iglesia, contemplando a vivos y muertos con hierática faz, se yergue imponente el Ángel Exterminador, obra también de Llimona. La visita merece la pena aunque sólo sea por estremecerse a los pies de esta bella obra de arte.
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El Ángel Exterminador de Llimona |
El cementerio es propiedad parroquial y no tiene, como tal, un horario de visitas, pero permanece abierto casi todo el día y la entrada es libre. Y ya que estás en Comillas, no dejes de visitar la Universidad Pontificia -si permiten el paso-, el Palacio de Sobrellano y, sobre todo,
el Capricho de Gaudí. Y si dispones de todo un día para dedicar a Comillas, en la
página web del Ayuntamiento te puedes descargar dos mapas: la ruta modernista y la ruta monumental. Para que no te pierdas nada de esta singular villa.
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Capricho de Gaudí |
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Palacio de Sobrellano |
Amo el Capricho de Gaudí :-)
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